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Orquídeas y mariposas fuera de escala, exponentes de la naturaleza como ornamento

Por Mercedes Urquiza

Publicado en el Diario La Nación, enero de 2018

Entre la naturaleza y la urbanidad. Eso parece haber experimentado y traspasado a su obra el misionero Andrés Paredes (Apóstoles, 1979). El año pasado, el artista dejó el contacto directo con la naturaleza de su vida cotidiana y se instaló en Buenos Aires, casi por tiempo completo, para trabajar (entre otras cosas) en las piezas que forman parte de la muestra Artificio. Se instaló en un taller del barrio de La Boca y armó sobre el final de 2017 esta exposición, especialmente, para la apertura de la galería Calvaresi, ubicada en el porteñísimo San Telmo.

La estadía entre La Boca y San Telmo parece haber marcado la producción de este artista visual y diseñador gráfico, que nuevamente en manos de la curadora Ana Martínez Quijano presenta una selección inédita. Obras en las que se refiere directamente a la naturaleza, pero vuelta ornamento. En la sala se disponen como en un cuidado jardín diseñado: guirnaldas de orquídeas, brotes, vegetación enmarañada, lianas, libélulas, chicharras y mariposas. Todos esos elementos, siempre presentes en el universo creativo de Paredes, toman cuerpo en papel o mdf calados y la novedad, el gran salto, son las piezas que realizó en fundición de bronce. Grandes mariposas completamente fuera de escala sobrevuelan el centro de la sala; brillantes, delicadas e imponentes.

Brotes de estación, una pieza circular en donde una vegetación empalidecida, pero vital, rompe el fondo como si estallara desde dentro de un muro para crecer. Gran síntesis de naturaleza y urbanidad, tal como sucede, en montones de edificios antiguos de San Telmo o La Boca. Esas construcciones en las que habitan brotes y hasta árboles que asoman se sostienen y crecen entre viejos ladrillos de medianeras o en la grieta de algún balcón de estilo.

Resultan un delicado y poético artificio los grandes calados en colores pasteles que Paredes diseñó contenidos en importantes marcos. Al igual que las texturas de papel calado que, en otro registro, más lánguido y fantástico, proponen sombras y contraluces.

"Andrés Paredes logró activar materiales inertes. Con la intensión de provocar una experiencia estética, montó un escenario envolvente y albergó sus visiones teatrales del paisaje. Para suscitar emociones en el espectador, magnificó la experiencia de la naturaleza, tornándola más agreste, virgen y exuberante. Allí están los brotes ondulantes con colores dulces y las libélulas y cigarras posadas sobre lianas enruladas y rebeldes", señala Martínez Quijano en el texto de sala.

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