Curadora: Florencia Nicolau
Las escapatorias llevan aquí en Misiones a límites imprevistos
Horacio Quiroga
Andrés Paredes (Misiones, 1979) produce las catorce obras que integran esta exposición en su taller del barrio de La Boca de la Ciudad de Buenos Aires durante 2020. Se trata de diversas piezas en las que incorpora materiales extra artísticos como la sangre humana y algunas piedras de cuarzo, entre otros, y le insume un exhaustivo proceso introspectivo. Cada serie- Linaje, Relaciones, Cúpulas de Reconstrucción y Testimonios– actúa como un núcleo de sentido que propone un abordaje conceptual en particular y, al mismo tiempo, puede desencadenar en innumerables asociaciones.
Gilles Deleuze en Conversaciones 1972-1990 (1995) afirma que lo esencial en cualquier creación son los intercesores. El intercesor de la obra de Paredes es la memoria, esa distancia insoslayable que generan los recuerdos, y que el artista trata de atrapar en sus obras. Acerca de esta evocación inexorable del territorio natal, dice el músico y poeta misionero Ramón Ayala (2018): el hombre lleva puesto adentro de su sangre su propio paisaje.
Linaje (serie), 2020, plasma y glóbulos rojos sobre papel 300g., pintados con la mano izquierda, 50 x 70 cm.
Es una suerte de registro de su identidad.
Son cuatro obras que se encuentran realizadas con su plasma y sus glóbulos rojos.
Es esa gota de sangre que el artista se extrae en un laboratorio para sellar la hoja en blanco. El papel de 300 gramos es el soporte poroso más adecuado para absorber el fluido que paulatinamente se dilata, se extiende y se constituye en manchas de impregnación. El fulgor del rojo vira hacia tonalidades marrones cuando entran en contacto con el aire, producto de la oxidación del hierro de los hematíes que contiene la sangre. Paredes trabaja taquigráficamente con su mano izquierda, siendo diestro, para pintar con la sangre que emplea como un pigmento.
La serie Relaciones está compuesta por dibujos en tinta y acuarela de seres híbridos que bien podrían habitar el aire, la tierra o el agua. En este caso, Paredes desarrolla lo que siempre es de su interés: las más diminutas criaturas de la naturaleza que son los insectos. Pero en esta oportunidad, estos microorganismos son imposibles de reconocer. Sin embargo, en estas cuatro piezas fluye un estallido de tonos vibrantes extraídos de esta tierra misionera que al oxidarse se transforma en terra rossa. Paradójicamente, la paleta utilizada también sugiere un parentesco con los colores que identifican cada zona vital del cuerpo humano que se conoce como chakra: el índigo para ajna -el tercer ojo o centro de la intuición-, el púrpura para sahasrara -el centro de conexión espiritual- y el rojo para muladhara– la raíz o la existencia física-.
Relaciones (serie), 2020, tintas y acuarelas s/papel, 50 x 70 cm
irradian una luz nítida y brillante sobre los cuarzos, amatistas y fluoritas suspendidos en un espacio de penumbras y claroscuros.
Cúpulas de Reconstrucción (serie), 2020, Trapos rejilla y fibras naturales teñidas y cosidas cuarzos amatistas fluoritas con iluminación Led, 80 x 80 x 120 cm.
Las cuatro esculturas colgantes tituladas Cúpulas de reconstrucción están realizadas con trapos de rejillas teñidos de los que cuelgan cristales y azufres que limpian las radiaciones y sanan el alma. El artista comenta que generan cavilaciones en un tiempo de costuras de arpilleras, lienzos, y enredos de hilos, cuando el universo pareció silenciarse en un aquietante aislamiento. Un re- encuentro con su yo interior, que se transforma en una experiencia casi chamanística debajo de las cúpulas iluminadas por LED que irradian una luz nítida y brillante sobre los cuarzos, amatistas y fluoritas suspendidos en un espacio de penumbras y claroscuros.
Testimonios son otras dos esculturas que muestran fielmente la labor dolorosa y ruda de los tareferos misioneros. Están confeccionadas con las ponchadas que son las telas con las que se carga la cosecha de la yerba mate. Bolsas de arpillera plástica que están arqueadas como las espaldas de los tareferos por el peso de cien kilos de yerba que deben recoger día a día durante jornadas interminables. Una realidad donde el simbolismo está lejos de cualquier exotismo del folclore y se vuelve lúgubre.
Testimonios (serie), 2020, esculturas cosidas en arpillera plástica, esmalte sintético, medidas variables
Honrar raíces abre un gran entramado de complejas interpretaciones que trascienden lo conceptual y lo estético, y no se sujeta a un solo contexto. A pesar de los condicionamientos que tiene una exposición virtual es posible advertir que las obras de Paredes, aunque no tengan una puesta visual escenográfica presencial, como suele diseñar, igualmente continúan esa línea. El artista acostumbra a trabajar con el espacio de manera instalativa con obras realizadas en diferentes escalas y con distintas iluminaciones. En este sentido, el efecto teatral que Paredes le infunde a sus muestras es sustancial para experimentar los ambientes inmersivos que concibe. Esa teatralidad surgida en el barroco, y re- interpretada con el paso del tiempo por muy diversos artistas, es la que Paredes emplea para sumergir al espectador en la selva misionera y en los universos microscópicos que también están presentes en esta exhibición. Señala Deleuze en su libro El pliegue: Leibniz y el barroco (1989) que el Barroco no es simplemente un estilo sino una función operativa de cualquier época donde se establece una forma inédita de vincular “la espontaneidad del adentro y la determinación del afuera.” De este modo, en el adentro y el afuera de cada nueva invocación a sus raíces-tema que atraviesa toda su producción- Paredes sigue revelando lo inadvertido y lo soslayado de forma tal que reinventa constantemente la manera de retratar la selva, la tierra, la sangre, el hombre y los seres extraordinarios que la habitan.
Florencia Nicolau
Curadora