El interior del Paisaje
Por Ana Martinez Quijano
Texto curatorial
Andrés Paredes nació y vivió hasta hace poco más de un año en la selva misionera de Apóstoles, entre enredaderas con hojas gigantescas, orquídeas y la diversidad de plantas que rodea un taller al que siempre regresa. El artista se encuentra allí en el interior del paisaje, un lugar donde la dimensión de la naturaleza se agiganta y el hombre se empequeñece. El mundo del arte se confunde entonces con el real y el universo de la imaginación se entrelaza con el de los sueños. Los límites son difusos.
Desde el comienzo de su carrera, Andrés Paredes entabló una relación intersubjetiva, de afinidad extrema con la marea de cualidades distintivas de su tierra voluptuosa. El pulso del artista obedece al ritmo de la selva y las formas de la vegetación coinciden con sus dibujos. La relación empática con el contexto, configura el quehacer de los recortes y el modelado de las obras que surgen de modo espontáneo. Las vivencias intuitivas consolidan la similitud y correspondencia del arte con lo real.
Jean Luc Godard observó que “si quitas el exterior queda el interior; si quitas el interior se ve el alma”. La obra de Paredes proviene de la experiencia de adentrase en el interior del paisaje y entregarse a la tarea de contemplar su esencia.