Poema por Gabriela Nafissi
La maleza ha sido cortada
Un trazo orgánico
a siniestra se tiñe
de sangre y sarmiento
a- hora. En este sitio
Al desierto y a la montaña les conviene
despojarse del vestido de quinina
las alas serán los ojos de la lechuza
tamizados por la tierra rocosa
restos de vino
madera triturada por hormigas supuestas
Pigmento
para la paleta inaudita
Mil piedras encienden el fondo del pasillo
habitamos la cúpula
no esperando nada
SUCEDE
El canto de ella
Se arranca el nombre de alguien
pero no del todo
De tanta oscuridad
La luz anima el círculo de fuerza.
Energía blanca para la cantora
Los hilos de María
tejen los de Ariana
Laberinto de viñas y sarmientos
El sonido del serrucho es señuelo
de nuestro sedimento
una viola suelta pentagramas encorsetados por otros
Y hace suyos los cambios de ánimo del viento.
Flotamos entre tramas sonoras
Nos sumergimos en el tiempo detenido de esos cuerpos
a- hora. En este sitio
Lo nuevo y lo viejo se disjuntan. El juego de niños
Hace olvidar el rigor de la selva y la trae de vuelta.
Le ha hecho crecer una luz de Luciérnaga
a la niña de rulos
compartiendo el trazo izquierdo
y la firma de artista
a - hora. En este sitio
Los cuerpos
se hacen de aromas y texturas
de sauce y lavanda
prestadas por el buen vecino
Iremos a buscar en el rugido del viento
La amenaza de lluvia
Haremos con las contingencias
costuras nuevas
Es el peso del tiempoestanque
El que consiste
de sabernos cocidos a mano
Los hilos tramaron un espacio- tiempo anterior
Los trazos dieron forma al por- venir
Un acto
cruza el río
Sin saber lo no sabido
Salto en largo
Picasso acude a la cita
No busco, encuentro
el hallazgo antecede
a lo encontrado
a- hora en este sitio
Ya estaba la luz
en la Otra mano
la del niño ambidiestro.
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de artista